Este artículo de opinión lo escribo en plena efervescencia del denominado "Mundial de Desayunos". Vale la aclaración.
Algunos de mis contactos en redes sociales, me hicieron saber que debemos participar en un concurso gastronómico denominado “Mundial de Desayunos”, en el que está participando el Perú con su emblemático “Pan con Chicharrón”, acompañado de su rico tamal y su buen café.
La participación, dicen, debe
hacerse por etapas eliminatorias, votando en Internet por uno de dos desayunos,
cada uno originario de un país, que compite con el desayuno supuestamente
igual de representativo, de otro país. El voto se hace por las páginas del
creador de este singular concurso, Ibai Llanos, en Instagram, Tik Tok y
Youtube.
El desayuno con mayor cantidad de
votos, gana.
¿Es auditable?, no lo sé. No
pienso investigarlo.
Luego, caigo en cuenta que no
solo algunos de mis contactos están interesados, sino, además, el concurso y su avance, viene siendo publicado en los medios de
comunicación hablados, escritos, visuales. Hasta probables candidatos a las
próximas elecciones 2026 hablan al respecto. El Comercio, RPP, incluso Infobae
lo reportan.
Unos dan a conocer cómo votar.
Otros cómo va la votación. Otros, expresan opinión al respecto. La mayoría, disque
ocho millones de peruanos, hoy, ya votaron.
“Y tú ¿Qué esperas?”, me
preguntan.
Allí comienza mi extrañeza y
vergüenza ajena.
Pienso que, en este concurso, NO gana
el desayuno más rico, el mejor balanceado, el que es más aceptado fuera del país
al que representa, el que es más accesible económicamente o el que mejor contribuye
a la nutrición. Gana el que más votos electrónicos recibe.
En realidad, opino que el único
que gana es el tal Ibai, creador de contenidos español, que, a decir de El Comercio,
en su publicación “Cuántos millones de visitas ha logrado Ibai Llanos con el
Mundial de desayunos” debe haber monetizado
ya US$231 mil y aumentando. Mientras más visualizaciones y votaciones se hagan en
este concurso, más aumentará la cifra.
¿Es ético esto?
Invocar a sentimientos y
motivaciones populares (nacionalismo, en este caso) que nada tienen que ver con
que, si un desayuno es más rico que otro, me parece que no lo es.
Si, como me piden mis contactos debo votar por cuál desayuno es mejor, tendría que probar los que están en concurso y en base a criterios culinarios, de buen gusto a mi vista, olfato, paladar, presentación, salubridad o los criterios que describo líneas arriba, elegiría y recién emitiría opinión, procurando no distorsionar mi percepción con prejuicios o argumentos nacionalistas, como es el caso.
Añado, si voy a elegir y decidir por una de varias opciones, deberé analizarlas todas antes de decidir. Solo así habría objetividad.
Éste, se trata mas bien un concurso de esos que debieran sincerarse y preguntar “Qué país vota electrónicamente más por esto o por aquello” (como aquel que buscaba la bandera más bonita del mundo). Si es así, el país que tenga mayor cobertura de Internet y su población tenga mayores herramientas de acceso a ello, tendrá mejor oportunidad de ganar.
Finalizo: si quiero ver un ranking de restaurantes, platos o desayunos bien puntuados mundialmente, preferiré recurrir al Taste Atlas, en el que, precisamente el “Pan con Chicharrón” no es el mejor desayuno del mundo. Al menos, no por ahora.