lunes, 31 de mayo de 2021

¡Habla Causa!

 Desde la expresión patriótica “Por la causa” usada por las damas patriotas de la época libertadora y las de la Guerra del Pacífico, hasta el actual “Habla causa” para saludar a un amigo, hay mucho trecho, pero un denominador común: la causa limeña.

“Causa” es hoy día, una expresión de cariño, de aprecio, confianza y cordialidad. Se dice así a un buen amigo “Él es mi causa…” y, supongo que es así en base todos aquellos sentimientos que nos genera una “causa limeña”.

Veamos como la preparamos.

Hay dos “áreas de trabajo”, la primera, la masa para la causa, en base a dos ingredientes básicos: la papa amarilla y el ají amarillo. La segunda, el relleno o acompañamiento que puede ser el que su imaginación quiera. Los requisitos básicos son, que sea “jugoso” y de sabor fresco y contrastante con el de la masa.

La una sin el otro, son nada. Ambos, son una maravilla.


Aprovecho para comentarles una manera que tengo para calcular los ingredientes. Una es, al peso, por supuesto: “dos kilos de esto, quinientos gramos de aquello, doscientos de esto otro, etc.” Otra, que es la que les propongo hoy, calcular cuánto de cada ingrediente debe ponerse en el plato final, por porción.  Hoy les mostraré cómo lo hago.



MASA PARA LA CAUSA:

Una porción regular de masa, requerirá por porción – me pongo a imaginar – dos papas grandes o tres medianas. Si son seis los comensales, prepararé entonces 12 o 18 papas, dependiendo del tamaño. Las hago sancochar sin pelarlas, y luego de sancochadas recién las pelo y aprieto.

En la licuadora agrego seis ajíes amarillos (calculando que cada uno, aporta suficiente sabor a cada porción), aceite y licuo bien, procurando que no queden grumos de ají que no se hayan licuado bien. El resultado lo agrego a mis papas prensadas y agrego jugo de un par de limones, sal y voy mezclando todo, bien. Voy regulando el sabor, agregando más aceite si la masa está muy seca o algo más de limón y/o sal. Bien mezclado, lo dejamos reposar mientras preparamos el relleno.

Una variante: si licuas un poco de espinaca hervida y la agregas a tu masa, tendrás una masa color verde. Si en lugar de espinaca, usas beterraga cocida y licuada y haces lo mismo, tendrás un masa roja/granate.

RELLENO

Lo que tu imaginación te permita, ya lo dije. Esta vez, les propongo uno en base a tomate, palta y atún.

Opciones en vez de atún: pollito sancochado y deshilachado, mariscos variados y bien cortaditos o simplemente agregas vainitas cortadas sancochadas, choclito tierno y así tendrás una causa vegetariana.

Esta vez, tomate, palta y atún. Calculo para las seis porciones que me propongo hacer, por porción, medio tomate previamente pelado, despepitado (importante) cortado en cubitos pequeños, más igual cantidad de palta picada en tamaños iguales al tomate. A todo ello, el contenido de dos latas de conserva de atún.

En un recipiente, mezclas el tomate con la palta, agregas la pulpa de atún y aquí te preguntas si le agregas mayonesa o no. Si lo haces con mayonesa, vas echando a tu mezcla, poco a poco hasta que logres la consistencia jugosa que buscamos. Es importante que veas que no se trata de una ensalada “mayonesada” así que, si crees que es suficiente mayonesa, pero crees que aún le falta “jugosidad”, lo complementas con aceite.

En este caso, no usaremos mayonesa si no, aprovecharemos el aceite de la conserva, el que iremos agregando a nuestra mezcla, poco a poco. Añadimos un poco de pimienta molida y probamos el sabor, añadiendo un poco de sal o más pimienta si hacen falta y hasta unas gotitas de jugo de limón en poca cantidad. No le resta sabor, más bien le añade, pero no queremos que el del limón, sea el sabor predominante.

Sugerencia: procura hacer un poco más de relleno, de lo que has calculado. Puedes agregarlo posteriormente, como adorno a tu presentación. Además, tu comensal tendrá la sensación que estás siendo generoso con ella (él) prueba del cariño y estimación que le tienes. Recuerda una de las apreciaciones más importantes de la buena cocina: “la cocina es una expresión de amor que tienes por quienes han de disfrutar de tu preparación”.

Pues bien, ya tenemos los dos “protagonistas”. Ahora juntémoslos. Y en este caso, tienes también un sin número de posibilidades.

Optaré por una clásica. 

En una fuente cuadrada o rectangular, cubrimos toda la superficie interna, de lado a lado, con una capa de papel “film” o plástico.

Hacemos que toda la superficie interna esté cubierta, dejando a los extremos unos centímetros más.

Una capa de masa, bien pareja, una de relleno, y otra de masa igualmente parejas. Sobre una superficie plana, volteamos con cuidado todo el contenido de nuestra fuente, jalando del papel “film” sobrante de los costados. Así, el contenido se desprenderá con facilidad de la fuente, sin que se desparrame, rompa o se separen trozos que luego al juntarlos parezcan el resultado de una cirugía mal practicada. En todo caso, emparejamos bien la superficie de nuestra causita, cual pista recién asfaltada.

Podemos mostrarla así para cortarla delante de los comensales o “porcionada” en cada plato. Decidimos por esto segundo.

En cada plato va una porción cuadrada a la que adornamos con algunas hierbitas picadas, huevo duro desmenuzado, aceitunas, mayonesa o alguna otra salsa que tengamos a la mano o algo más de relleno que para esto la guardaste.

Disfruta y recibe los halagos de tus comensales y, siempre recuerda la CAUSA, es peruana.

¿Cuál es tu Cau Cau?

 Delicioso. Ése es mi Cau Cau.

Fue mi comadre Adriana, experta cocinera, quien la que me enseñó como ella preparaba Cau Cau. Era diferente a otras presentaciones que había visto, incluso en restaurantes de firma reconocida. Me encantó. Entonces, adopté su forma de prepararlo.

Las bases de este plato peruano, repito, reitero, subrayo: peruano, son cuatro:

·         Mondongo de res: a diferencia de años anteriores, ahora nuestros caseros carniceros nos lo venden picado en cuadrados y precocidos. Para seis porciones generosas (como las que exigen mis comensales, en casa), un kilo doscientos gramos estará bien.

·         Papa: la que tengas, amarilla o rosada. No estamos pensando en que debe ser una papa diferente a las que tienes en tu despensa. No necesitas una papa especial solo para el Cau Cau. Así que si lees o escuchas que se requiere una papa especial… supéralo, amarilla o rosada. Solo tienes que tener en cuenta que la cocción de la primera, se logra en menor tiempo que en el caso de la segunda. Un kilo, estará también bien, o calculando, una papa grande por porción o dos medianas.

·         Ají amarillo: nuestro querido ají amarillo que nos brindará la base del aderezo. Tres ajíes, más igual cantidad de dientes de ajos grandes, licuados en algo de aceite, que luego irán de frente, a nuestra olla en la que haremos nuestro Cau cau.

·         Hierba buena: la verdadera estrella del plato. Podrás cambiar el mondongo por pollo y hacer “Cau Cau de pollo”, cambiarlo por champignpnes y hacer “Cau Cau de champignones”, pero si no usas hierba buena, nunca será Cau Cau. Pues bien, hojas cortadas menuditas. ¿Cuánto?, bastante. Nunca es poco. Te explico luego.

PREPARACIÓN

Sofríes el aderezo preparado como lo dije (ajíes + ajos licuados en poco aceite). Y cuando ya has logrado hacerlo, añades sal y el mondongo previamente lavado.

Revuelves para que los sabores empiecen a integrarse y añades un poco de agua, a fin de que el mondongo empiece a completar su cocción. Es ahora, cuando hechas a la olla, la primera porción de hierba bien picada. El equivalente a dos cucharaditas bien colmadas.

Dejas que todo esto cosa por unos veinte minutos, controlando solamente la cantidad de liquido que hay en la olla. No poca, que empiecen a quemarse algunos “cuadraditos” de mondongo, ni mucha, que luego el plato final te salga muy acuoso, dando la apariencia de ser sopa en vez de guiso.

Añades las papas picadas en cubitos, revuelves y… otra cantidad igual de hierba buena y un poco de hojitas de orégano secas y trituradas en tu mano, mientras las vas echando a la olla. Ahora, revuelves todo bien, y dejas así hasta que complete la cocción de las papas.

Como añadidos (no tienes que hacerlo tú), suelo agregar, arvejitas, unas cuantas. Luego, calculando cinco minutos antes de terminar la cocción, cubitos de pimiento rojo. En ese tiempo, éstos habrán logrado cocerse bien y añadirán a tu plato, un aporte de color. No disminuirán el rico sabor al Cau Cau, pero le darán, a tu presentación final, una mejor vistosidad. Recuerda una de las apreciaciones más importantes de la buena cocina: “la comida, entra primero por los ojos, luego por la boca”.

Listo el Cau Cau.

Sírvelo en porciones generosas y en cada una, agrega un poquito más de hierba buena picada. Ya lo dije, nunca la hierba buena es poca, en un Cau Cau.

Acompaña con una porción de arroz graneado en el plato, si lo prefieres. Yo, lo sirvo solo y dejo una fuente de arroz en el centro de mesa, a fin de que cada uno ser sirva la cantidad de arroz que guste.


Bueno, allí lo tienes. Este es mi Cau Cau. Y, si no es igual al que has visto en el restaurante criollo de tu preferencia, recuerda, ésta NO es la receta. Es mi receta o la de mi comadrita Adriana, mejor dicho. Así es como ella y yo lo preparamos y ahora les comparto.

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