Elmer Conde, cocinero aficionado

martes, 28 de febrero de 2023

Aroma y sabor a café

En el 2021 escribí “Mi cafecito mañanero”. Lo puedes ver en este blog. Está fechado 21/12/2021.

En torno a ese artículo y, tal como se preveía, felizmente hay en el Perú un crecimiento de la producción y del consumo per cápita del café. Bien por ello.

La “Cámara Peruana del Café y Cacao”, indica a través de su gerente David Gonzáles (fuente: página web de la Cámara Agosto del 2022) que hay 20 millones de peruanos, que consumen café y de ese número, entre 70.000 y 100.000 son ‘coffee lovers’, es decir, quienes buscan un producto de calidad y en distintas versiones.

En este grupo, los de edades entre los 26 y 34 años, generan el 45% del consumo de café. Mientras que los que están entre los 35 y 59 años, el 36% (fuente: la misma citada anteriormente).

Bueno, si hubiesen subido un poco más la barrera, me hubiesen ubicado. Entonces ese 36% sería algo más.

No obstante, hay que compartir también el otro lado de la moneda. La “Cámara Peruana del Café y Cacao” señala que si bien el consumo per cápita es mayor (demanda), la producción peruana de café (oferta) tuvo una reducción de -14%. En el 2022 fueron 234.200 toneladas producidas, mientras que el 2021 fueron 272.000.

Añadiendo a esto, es evidente que hay un aumento del precio del café en grano verde, que, como es de esperar, se traslada al precio de venta al cliente final. Parte de este incremento de precios se debe, creo a i) al justo pago que deben obtener los agricultores cafetaleros por su producto, y ii) a la situación geo política mundial sumada a la social y política por la que atravesamos en el Perú, que hace a la logística del producto, más difícil y más costosa.

Pese todo, seguimos creciendo. Doble “like”.

También bien por ello, porque habiendo aumento del consumo, hay cabida a una mayor oferta a través de “marcas blancas” (pequeños emprendimientos en los que si ser necesariamente productores, se puede comercializar el café con una marca propia y diferenciada). También bien por ello. La competencia sana, siempre es buena.

Así es que, en eso estoy ahora.

El gusto por el café, me ha llevado a emprender mi propia “marca blanca” con un CAFÉ DE ESPECIALIDAD. Mi marca propia, con la visión de que sea reconocida líder en la selección y venta de café tostado y que en consecuencia, genere confianza.

Siempre un grano arábigo, orgánico, totalmente procesado de manera natural, en los valles y fincas del Perú. Cultivado a más de 1500 metros sobre el nivel del mar y todo dentro de un marco eco amigable.

Cada presentación de un solo productor, pero de diferentes zonas y fincas del Perú.

Es decir, un CAFÉ DE ESPECIALIDAD.


La tarea es compartirlo primero con amigos y familia, luego, con los consumidores habituales que forman el “segmento objetivo” buscando convencer a los ”coffe lovers”.

Parece fácil, pero como todo emprendimiento por estas tierras de nuestro Señor, algo de muelas me ha costado encontrar buenos proveedores tanto del grano verde como de los servicios de tueste, molido y envasado.

Como sea, cuando ves que ya tienes el producto en tus manos, sientes la satisfacción de una tarea terminada, más aún cuando el producto logrado es igual o muy cercano a lo que idealizaste en el primer momento en que te picó el bichito de empezar a caminar por tu emprendimiento.

Confieso que más que vender y tener este emprendimiento como un negocio, me mueve el deseo de compartir algo que es uno de mis apreciados placeres, el de tomar una (unas) tacita (s) de café sin tener que ir a una cafetería especializada (que las hay y muy buenas). 

La esperanza en que disfruten como yo lo hago, es lo que más me motiva.

Por último, le diré que una buena taza de café, es como un vaso de whisky, de ese que ha esperado 12 o más años en barrica para que lo disfrutes puro. Es como un vaso de buen vino, del que sabes que es bueno, noble, bien hecho, cariñoso con tus sentidos olfativo y gustativo.

Así debe ser tu cafecito. De abundante fragancia al molerlo, al pasarlo, al ponerlo en taza. Luego al tomarlo, delicioso, algo dulce y algo frutado, con cierto grado de amargor (no mucho), tampoco muy oscuro (es un mito que mientras más negro y amargo el café, es mejor).

Disfrutarás luego la viveza de tus sentidos, de tus emociones, de tu concentración, de tu alegría. Así debe ser tu cafecito, y no solo tu cafecito mañanero.