lunes, 19 de julio de 2021

Ají de Gallina, aunque sea de pollo

 El “Ají de Gallina” es uno de nuestros platos criollos por excelencia, aunque su origen, probablemente sea el Manjar Blanco europeo.

Se dice que este postre, traído al Perú, se modifica por la


integración con ingredientes nativos y por la imaginación y exigencia del paladar peruano, para convertirse luego, en este delicioso plato, el que además, se ha popularizado empleando pollo en lugar de gallina. 

Como sea, gallina o pollo, aquí le comento la forma en que lo preparo.

ADEREZO

Previendo que deba preparar seis platos, licuo en un chorro de aceite, media cebolla, dos dientes de ajo y tres ajíes amarillos de tamaño mediano o grande, a los que se les he retirado  las pepas y venas.

En algunas recetas, veo que la cebolla la pican en cuadraditos y así lo incluyen en el aderezo. Yo prefiero licuarlo, pues en el paladar de mis comensales espero que sientan tan solo la cremosidad de la salsa y las tiras de la gallina o pollo.

Licuado, lo reservo para cuando proceda con la elaboración del plato.

GALLINA O POLLO

Sea gallina o pollo… digamos de aquí en adelante “pollo”, para no abundar el texto. Adelante entonces. 

Una pechuga de pollo sin piel será más que suficiente. La partimos por la mitad y luego en tres o cuatro partes cada mitad, para que la cocción sea pareja y, en una olla la sancochamos con sal, ajos picados, cebolla picada (igualmente, una mitad estará bien), una rama de apio también picada.

Esperamos a que logre una cocción casi, casi, completa. Líneas abajo explicaré por qué el “casi, casi”.

Dejamos enfriar para luego deshilachar la pechuga y reservamos, tanto el pollo como el caldo. 

BASE PARA LA SALSA

La base lo hace el pan. Tres o cuatro panes tipos “francés” o “ciabatta” estarán bien. Aquí aprovecha los pancitos que se te estaban quedando del día anterior.

Ojo, recomiendo los panes “francés” o “ciabatta” pues sus sabores, al no ser muy intensos (como el “molde” o “coliza”) no son invasivos. Tu “Ají de Gallina” debe saber a gallina (o pollo), no a pan.

Picamos los panes y los remojamos en el caldo  que hemos logrado al sancochar la pechuga. Luego, todo ello: panes, caldo, ajo, cebolla y apio de la cocción, van a la licuadora a lo que agregamos dos o tres pecanas, a las que les hemos retirado, la “costrita” que tienen en el medio (pues son duras e innecesarias para nuestra base).

Licuado todo ello, también lo reservamos.

PREPARACIÓN

Aderezamos bien el ají amarillo que fue lo primero que reservamos. Es decir, en una olla, echamos un chorrito de aceite y el aderezo y vamos moviendo bien hasta que veamos que ya cocieron los ingredientes.

Entonces, añadimos el pan licuado y movemos bien cinco o siete minutos, contados apenas rompe el hervor.

Es importante cocer bien nuestra preparación, pues el pan, debe desprender su sabor particular y esto se logra cociéndolo un poco más. Logrado esto, añadimos la pechuga deshilachada y seguimos moviendo.

Recordemos que cuando las hicimos sancochar, logramos una cocción casi, casi, completa. Pues ahora la completamos moviendo y moviendo unos minutos más, los suficientes para ver que las fibras de la pechuga ya están bien cocidas y todo, todo, haya integrado sabores.

Regulamos la sal y el espesor, añadiendo un poco más de caldo si es necesario. Apagas el fuego y es ahora cuando le añades un chorro de leche y algo de queso parmesano. Mueves bien para que se integren estos últimos, pero a fuego apagado (haciendo lo contrario, puedes provocar que la leche se “corte”).

Si tienes alguien intolerante a la lactosa, retiras una porción de lo ya logrado y al resto, le agregas la leche y el queso (a éste último, puedes obviarlo).

EMPLATADO

Sobre una base de papas sancochadas (yo prefiero la “rosada”) cortadas en rodajas, se agrega el Ají de Gallina ya listo. Añades aceituna y una rodajita de huevo duro o lo que sea de tu preferencia y listo.

Sírvelo así, o acompañado de arroz recién graneadito.

A disfrutar de este otro plato de nuestra riqueza culinaria, infaltable en todo buffet criollo, y de cara al Bicentenario de nuestra Independencia, que mejor aún, ¡un plato de lujo!


miércoles, 7 de julio de 2021

Salsa “Pesto”… hazlo simple, hazlo rico

“Lo simple es bello”. Cambiamos un poco esta expresión popular y decimos “Lo simple es rico”. 

Con esta forma de ver las cosas, no es necesario que nos compliquemos en la tarea de preparar una salsa pesto. La forma simple como la preparo en casa, te la comparto ahora, no sin antes, referir nuevamente a Pino Prestanizzi, a quien ya lo hice en una de las  páginas de este blog “Masas para pizza, facilícima". Al César lo que es del César, a Pino, lo que es de Pino.

INGREDIENTES

Recuerda que las cantidades son referenciales. No es necesario que busques exactitud pues, como ya lo dije antes, “la cocina no es como la repostería”.

·      * 100 grs. de hojas de albaca, fresca, bien lavadas (toma en cuenta que la salsa pesto es cruda. Ninguno de sus ingredientes se cocen).

·   * 40 grs. de hojas de espinaca bien lavadas, al igual que las hojas de albaca (opcional, lo explico adelante).

·       *  Dos dientes de ajo medianos o uno grande.

·         * 60 grs. de granos anacardo (ver foto).

·         * Aceite vegetal.

·         * Sal.

Respecto a los granos de anacardo, he visto recetas de salsa pesto que usan “pinolos” o “piñones”, difíciles de encontrar, además de caros.  Entonces, buscas en una tienda de especias cercana a casa o en el mercado del barrio y seguramente tendrán “anacardo”, conocido también como cashews o castaña de cajú.

Incluso, si lo prefieres (diré algo que puede ser criticado), si te es difícil encontrar anacardo, no le agregues ningún tipo de grano. La salsa pesto debe saber a albaca, todo lo demás, ayuda, pero no es indispensable.

PREPARACIÓN

En tu licuadora, juntas las albacas con los ajos, los anacardos, el aceite y la sal.

Licuas bien y ojo… si está muy claro el color, es decir, la albaca no da el color verde suficiente, agregas las hojas de espinaca. La salsa al pesto - repito - debe saber a albaca, por lo que las espinacas son complementarias, solo para darle color.

Si está muy espesa la salsa, agrégale un chorrito de agua (que para esto la tienes lista), lo suficiente como para que logres la consistencia deseada.

Regulas la sal y… listo. Así de simple.

Atención: ¿te has dado cuenta que no he recomendado le agregues queso? Pruébalo así, y te darás cuenta que el queso es innecesario en la salsa, además que alguien intolerante a la lactosa (muy frecuente), encontrará muy saludable a tu salsa. 

EMPLATADO



Aparte, debes haber preparado tus pastas, por ejemplo, spaghettis. Para seis personas, suficiente 800 grms. Si tus comensales son más “tragoncitos”, un poco más. Después de todo, unas pastas ya hechas, nunca sobran (consejo de cocinero aficionado, viejo).

Solo dos recomendaciones aquí. Las pastas prepáralas en abundante agua, con bastante sal. No le agregues aceite ni en la olla ni cuando las tengas listas.

Mesclas las pastas con tu salsa y a emplatar.

Agrégale recién, queso rallado si lo deseas o dale otro acompañamiento. En las fotos, por ejemplo, he añadido una pechuga de pollo mediana, a la plancha y en la otra, una hamburguesa de quinua (si tienes como yo, comensales vegetarianos).

Pues nada, más. Así de simple, así de rico.

Otro si digo, cuando prepares “spaghettis en salsa pesto”, no lo llames “tallarines verdes”… por favor.